Cuando pienso en Latinoamérica, pienso en las dificultades que esta pandemia esta provocando a lo largo de todas esas naciones.

La gente esta sobreviviendo en muchos lugares, aun cuando sabemos que Dios quiere que vivan en la abundancia que siempre quiso para ellos. No les voy a mentir cuando hablo con los lideres nacionales de las iglesias cuadrangulares me lleno de dolor y aún más al saber que muchos están dejando esta tierra para una eternidad sin Cristo. Es allí, a esas personas a las cuales ninguna pandemia, ningún virus, nada nos puede detener de llevar las buenas nuevas de Jesús.

Todos aquellos que han sido impáctados por el amor de Cristo ahora están deseosos de llevar esa buenas noticias pero adivina qué? Necesitan nuestro apoyo, necesitamos poner en sus manos herramientas que servirán para alcanzar a los que aun no han sido alcanzados.

Es interesante que esta pandemia a servido para que mas se acerquen a Cristo, tenemos muchos testimonios de iglesias que nos han informado que en sus programas evangélisticos han logrado llegar a cientos de personas quien han recibido a Cristo como su salvador. Pero una historia que me toco el corazón es lo que ocurrió en Venezuela.

El pastor Enrique Villalba a quien meses atrás le enviamos dos cargas de materiales con miles de tratados y libros de discípulado, salió a la calle aun en medio de la pandemia a evangelizar, tomo un equipo de personas y comenzaron a caminar regalando alimentos y entregando tratados.

Esto lo hicieron semana tras semana y han logrado evangelizar a mas de tres mil personas, y mil de ellos recibieron a Cristo y comenzaron a ser discípulados semanalmente en lo que ellos llaman “cultos familiares”.

En un principio lograron tener 501 grupos familiares y con los nuevos convertidos el número de grupos familiares llego a 2101 durante estos últimos meses. Cada uno de esos grupos trabaja con el material que gracias a ustedes hemos logrado enviar. No fue una tarea fácil ingresar el material a ese país tan difícil pero Dios hizo un plan perfecto, escuchó nuestras oraciones y ahora comenzamos a ver el gran fruto de nuevas almas.